miércoles, 1 de julio de 2009

DESEOS (by Raül Ruiz)

DESEOS

De Raül Ruiz


Anoche me sumí en una profunda tristeza. Sucedió en el momento en que nuestras pieles reencontraron su contacto sobre el blanco de mi sofá. Durante semanas imploré al destino por que nos concediera una oportunidad como aquella; otra vez. Pero a diferencia de las ciento noventa y cuatro noches de insomnio anteriores, esta vez decidió escucharme.

La primera lágrima brotó cuando, sentada a horcajadas sobre tu desnudo torso, recorría tu estómago con el vértice de mi lengua. Tus ojos cerrados, reflejo de tu manera de expresar el placer, no vieron descender la humedad transparente desde la base de mi ojo derecho hasta la comisura de mis labios, confundiéndose con la saliva que se filtraba por los poros tu piel.

Más tarde llegó el momento en el que me arrancaste la camisa y me tumbaste en el suelo, bocabajo. Primero fueron tus dientes mordisqueando mis lóbulos, luego tus labios recorriendo un sinuoso trazado, desde la base de mi cuello hasta la humedad de mis glúteos. Tu lengua y tus dedos se intercalaban entre la cavidad de mi sexo y mi ano, produciéndome un goce enmudecedor. Tanto, que me fue imposible pronunciar las dos palabras que tanto ansiaba decir.

Acabamos la velada otorgándonos un mutuo placer oral. Mi boca devorando tus labios vaginales, mientras mis fluidos resbalaban por tu garganta. Llegamos al orgasmo casi al unísono, mientras tus alaridos solapaban mis apagados gemidos. Después del sudor, el silencio, y la frialdad del suelo en invierno. Para cuando quise darme la vuelta y buscar tu abrazo, tú ya habías recogido tu ropa esparcida por el comedor. No dijiste una sola palabra antes de desaparecer por la puerta, pero ambas sabíamos que nunca más volvería a repetirse aquello. Quizá tampoco volviéramos a vernos jamás. Y entonces perdí el control de mi misma convulsionándome en posición fetal mientras intentaba pronunciar las dos únicas palabras que deseaba decirte aquella noche, como había hecho antaño. Palabras que creo nunca te habían importando en realidad, y a las que nunca concediste la importancia que conlleva su esencia.

Entonces mi tristeza se convirtió en odio hacia el destino. Porque una nueva noche de placer no puede justificar una mirada de incomprensión hacia el pasado. Y yo quedé triste, sin comprender ni ser comprendida, y deseando desvanecerme en un sueño sin amaneceres solitarios. O, en su defecto, llorar por el puro placer de la deshidratación.



Mano...


Texto por: Raül Ruiz
rruiz@diarimaresme.com


1 comentario:

  1. jajajaj Es que nadie se atreve a comentar tales palabras llenas de............amor!!!!

    :D

    XxX

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